Imagen: Ruth Archer en Pixabay

Pocas cosas hay tan espectaculares como Venecia, una de esas ciudades donde, perdiéndose por sus callejuelas menos transitadas (no las turísticas, claro), uno tiene la sensación de hallarse aún en el siglo XVIII, de ir a toparse de un momento a otro con Casanova paseando en góndola con alguna de sus incontables amantes. Si encima es durante el Carnaval más aún.

Pero una de las características venecianas es la celebración de coloristas eventos a lo largo de casi todo el año. Los más vistosos, por supuesto, relacionados con el agua, como las regatas de Burano o la Vogalonga, pero también religiosos (aunque las fiestas del Redentore y la Madonna della Salute son típicas por cenar en barcas y atravesar el canal mediante un puente de madera improvisado, respectivamente) o de otra naturaleza.

En este último grupo habría que incluir la inclasificable carrera Su e Zo per i Ponti, que en realidad, puestos a marear más la perdiz, no se trata de una prueba deportiva. Su nombre, en el dialecto regional, significa algo así como «Arriba y abajo por los puentes» y describe literalmente en qué consiste la cosa. Se trata de recorrer el callejero urbano siguiendo un itinerario preestablecido en el que los numerosos puentes venecianos cobran protagonismo especial, dada la necesidad de recurrir a ellos constantemente para poder llegar a los rincones de la ciudad.

No hay competición, aunque los deportistas suelen participar corriendo. Es más bien una ruta para realizar en compañía de amigos y/o familia, todos juntos, disfrutando de tan espléndido decorado. Se sale de San Marcos, justo frente al Palacio Ducal y se recorren 13 kilómetros por el laberinto arquitectónico que forman edificios, canales, plazas, callejones, monumentos y demás hasta retornar al punto de partida. Por el camino se pasan nada menos que 53 puentes, algunos tan emblemáticos como el de Rialto.

Eso sí, para aquellos que no se vean con fuerzas -no faltan los niños y ancianos- hay un camino alternativo, notablemente más corto y pensado para originalmente escolares, que mide la mitad (6 kilómetros) y atraviesa sólo 26 puentes, iniciándose en la estación de tren y acabando en San Marcos. Si alguien se pregunta por qué no dejarlo simplemente cuando uno se canse, la respuesta es que se entregan medallas y placas conmemorativas que acreditan la participación a quienes terminen la carrera y, claro, todos desean tener la suya.

De todas formas y para que el ambiente sea más festivo -la noche anterior hay conciertos y actividades variadas-, a lo largo de la Su e Zo per i Ponti se distribuyen varios puestos de avituallamiento con exquisiteces gastronómicas locales, algo en lo que colaboran bares y restaurantes de cada zona.

Una jornada curiosa, pues, en la que tendrán ocasión de participar los afortunados que estén en Venecia el próximo domingo, 7 de abril.

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