El volcán Maipo y la laguna del Diamante/Imagen: Fortunat en Wikimedia Commons

Todos aquellos que tengan la idea de Argentina como un país llano, caracterizado por las vastas llanuras de la Pampa, deberían visitar Catamarca y llevarse una sorpresa. Se trata de una provincia del noreste que presenta una cara completamente distinta, mucho más acorde con la vecina cordillera andina y dominada por grandes montañas que superan los 6.000 metros de altitud y que incluyen nada menos que 19 volcanes.

Se entiende, pues, el nombre que le han dado a un itinerario entre turístico y aventurero que recorre la zona: el Circuito de los Seismiles, un camino que va haciendo eses durante dos centenares de kilómetros, siempre en ascenso, atravesando picos, lagunas, salares y aguas termales, entre fauna autóctona y pueblos pintorescos. Se sale ya de una buena cota, 1.500 metros, desde la capital provincial de San Fernando del Valle, para tomar la carretera 60 y terminar en San Francisco, en la frontera con Chile.

Durante el viaje, la ocasión de descubrir el encanto de localidades como Tinogasta, Anillaco, San Pedro o Fiombalá, en los que es recomendable parar a descansar y disfrutar de sus vinos y sus piscinas naturales termales. También del Museo del Hombre, que reúne momias de medio millar de años halladas en el cercano yacimiento arqueológico de Loro Huasi, aunque los interesados en el tema deberán acercarse a Real Grande, donde las paredes de lava solidificada hacen las veces de lienzo para pinturas rupestres.

Asimismo, hay que caminar sobre el campo volcánico Los Negros, antesala del volcán Antofagasta, y preparar la cámara para las panorámicas de las lagunas Azul, Negra, Verde y Aparejos que ofrece el Mirador de Pissis (el volcán apagado más alto del mundo, con 6.882 metros), a donde se llega en todo terreno en un día de camino tras pasar por el Paraje Pastor Largo.

Puestos a ver lagunas, no hay que perderse la conocida como Diamante; no sólo porque haya que asomarse al cráter de otro volcán más, el Galán, para vislumbrarla, sino también porque, dicen los expertos, es un vestigio de cómo era la Tierra hace 3.500 millones de años. Y sin olvidar la opción de visitar los salares de la Laguna Negra y del Hombre Muerto.

La ruta de los Seismiles se puede hacer en viaje con guía o en coche propio en una sola jornada, salvo que se incluyan excursiones con desvío, como la mencionada del mirador o la de las Dunas de Tatón, a veinticinco kilómetros de la principal por la carretera 34. Es una experiencia para vivir esas duras tierras, semidesérticas, peladas, llenas de cicatrices causadas por la acción volcánica del mencionado Pissis o del Ojo del Salado (que, en contraste con el anterior, es el volcán activo más alto del mundo), auténticas huacas o lugares sagrados según los mitos precolombinos.

Más información: Argentina Turismo

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