Ayer se cumplieron setenta años del asedio al que el mariscal Erwin Rommel sometió a la ciudad de Tobruk. El 11 de abril de 1941 aliados y alemanes lucharon durante doscientos cuarenta días, los primeros para defender la urbe que ocupaban y los segundos para arrebatársela y tener así el camino abierto hacia Egipto, aunque en realidad los combates no se limitó a la zona de Tobruk sino que se extendió a otros lugares como Bengasi, Brega o Ajdabiya. Sí, los mismos que hoy en día vuelven a ser un campo de batalla, en esta ocasión de una guerra civil entre la población libia.

El Afrika Korps consiguió empujar a los británicos a Egipto pero no pudo tomar el puerto de Tobruk, casi sobre la misma frontera y tenazmente defendido por el australiano Leslie Morshead, que quedó embolsado en zona bajo dominio germano. Tampoco los aliados consiguieron romper el cerco hasta el año siguiente, con la Operación Crusader, pero entonces Rommel contraatacó con un demoledor blitzkrieg y volvió a restablecer la situación. Finalmente, el 21 de junio de 1942 la ciudad capituló.

Pese a que en las operaciones fallecieron alrededor de diez mil soldados aliados de diferentes nacionalidades (británicos, australianos, neozelandeses…), en la actualidad el cementerio de la Commonwealth en Knightsbridge (a 23 kilómetros de Tobruk) acoge las tumbas de sólo una tercera parte de los fallecidos. Es un lugar pequeño y curioso, construido en 1942 y adornado por una iglesia cristiana y filas de palmeras que se complementa con otros camposantos: el de Acroma, el alemán, donde descansan en paz los muertos del otro bando, y el francés, en el que se encontrarán las tumbas de 300 galos y españoles republicanos caídos en otra batalla, la de Bir Hacheim.

También se visitaba -antes de la insurrección contra Gadaffi– el búnker desde donde Rommel dirigía la campaña, que tiene once salas y un centro de mando decorados con ajadas fotos de la época y maniquíes ataviados con uniformes de la Wehrmacht. Junto a todo ello, los restos de un viejo bombardero B24 estadounidense derribado en el desierto recuerdan a los insurgentes actuales que otros antes que ellos, durante la ya lejana Segunda Guerra Mundial, regaron con sangre las ardientes arenas libias.

Foto: wikimedia

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